Éste:
Triste ¿no?…
pues no.
Lo que más me gusta de las tartas y las galletas decoradas es esto precisamente.
Que se hacen, se fotografían, se regalan, hacen mucha ilusión, se comen… y desaparecen. Y sólo quedan el recuerdo y la foto.
Nunca me han gustado las manualidades que no sirvan para algo. No soy muy de adornos porque sí, y me horrorizan las casas llenas de cuadros en 3D, flores hechas de medias de nylon y demás espantos de la artesanía.
Me encantan las cosas bonitas pero útiles. Y me encanta decorar objetos que tengan un cometido, ya sea guardar algo o merendárselos.
Por eso me siento halagada cuando oigo: ¡qué pena da comérsela!, pero luego la devoran y además me dicen que está riquísima.
Son pequeñas obritas de “arte” (en mi caso artesanía, no llego a tanto) efímeras que luego quedan en los recuerdos de todos…
y en los michelines…
y eso es suficiente.
Aristotelis es el niño de mis amigos Patricia y Ioannis, sevillana y ateniense, que viven aquí cerquita.
Le encantan los coches de todo tipo, y su madre pensó que el tema para la fiesta estaba clarísimo.
Yo no sé nunca que regalar en los cumples, porque realmente tanto niños como mayores tenemos ya demasiadas cosas, así que últimamente siempre me ofrezco para llevar la tarta.
Cuando los amigos te intentan encargar una, previo pago, te ponen en un compromiso. ¿Cuánto les cobras?
Los que habéis probado con las tartas fondant, sabéis no sólo lo carísima que sale la materia prima, sino también el trabajazo que llevan. En el caso de la de Aristotelis casi ocho horas, porque era la primera vez que hacía una tarta 3D.
Además, no puedo pretender cobrar una pasta, cuando mis tartas no son ni mucho menos profesionales, por no hablar de los riesgos que corres si vendes una tarta y luego hay algún problema.
Aunque yo le pongo todo el cuidado del mundo, las hago como si se las fueran a comer mis nanos y sólo les pongo los mejores ingredientes, nunca se sabe.
Con las galletas es un poco diferente. Los riesgos son mínimos, por no decir inexistentes siempre que tengas un poco de cuidado, y aunque son igual o más trabajosas que el fondant, los materiales son mucho más económicos, por lo que puedes venderlas a un precio más razonable y asequible (aunque no ganes casi nada) por el placer casi de jugar a las tiendas. Yo sólo le acepto encargos a amigos y conocidos, y la verdad es que creo que de ello no me voy a hacer rica, más bien los uso como excusa para poder hacerlas.
Para el cumple de Aristotelis, Patricia compró un molde Wilton de coche, y yo me ofrecí a hacer la tarta, los cupcakes, las tarjetas para los regalitos y los toppers para los cupcakes, todo tema coches.
La invitación que me mandó, tenía forma de cochecito, y al abrir la puerta estaba el mensaje. Me sirvió de inspiración para la tarta y las etiquetas.
Pues eso, que aunque era un tema que en principio no me llamaba mucho la atención, me acabó resultando divertidísimo hacer señales de tráfico, semáforos y hasta una autopista para la bandeja de la tarta.
Que al final quedó así:
Sí, lo sé, tiene millones de fallos, pero ¿no me digais que no está graciosa! además ¡con su conductor y todo!
Con las dos velitas, que no os he dicho que cumplía dos añitos…
Y mirad la mesa tan mona que puso para los peques (la de los mayores olvidé fotografiarla, llena de cositas ricas griegas, españolas, italianas, que aquí somos muy multicultis…)
Estos son mis cupcakes de vainilla con crema de almendras garrapiñadas, con sus señalitas de tráfico encima…
El dos está escrito con una fuente que se llama “Brewsky”, y me di cuenta de que si lo escribía en gris parecía una carretera, por eso le añadí el cochecito con Aristotelis dentro:
Y aquí están los regalitos que compró Patricia a los invitados (cochecitos de madera) con la etiqueta que les diseñé.
Por un lado el “logo” de la fiesta…
Y por detrás descargué el tipo de letra que se usa aquí para las señales de las ciudades, y le hice a cada niño la señal de su propia ciudad con su nombre, en este caso “Ciudad Fran”
Y aquí tenéis al dueño de la ciudad gozando como loco de todos sus manjares preferidos en una sola merienda: a saber, Bretzeln, fresas y ¡¡¡MELÓN!!!
La otra tarta que me tuvo entretenida hace un par de semanas, se la regalé a mi amiga Sabine (de mi grupo de flamenco) que organizó un fiestón con setenta invitados para celebrar su medio siglo.
El tema de la fiesta era España y el flamenco, incluso bailamos para ella, y con ella todo el grupo, así que la tarta estaba clarísima, y tuvo,lógicamente, el mismo final:
Aunque si nos descuidamos, ni la cortan porque era un bufet y nadie se atrevía, y algunos hasta pensaban que era de adorno. Menos mal que llego la anfitriona, y le metió el cuchillo sin contemplaciones.
La parte de abajo era de chocolate y fresa y la de arriba de naranja y limón.
Ah, y la tarta antes de morir era así:
Perdonad la calidad de las fotos, pero las tuve que hacer así deprisa y sobre todo la última con poca luz.
Ahora ya sabéis en que anduve entretenida hace dos semanas, espero que no le saquéis muchos fallos y os gusten las tartitas
Un besito para todos
PILAR
Triste ¿no?…
pues no.
Lo que más me gusta de las tartas y las galletas decoradas es esto precisamente.
Que se hacen, se fotografían, se regalan, hacen mucha ilusión, se comen… y desaparecen. Y sólo quedan el recuerdo y la foto.
Nunca me han gustado las manualidades que no sirvan para algo. No soy muy de adornos porque sí, y me horrorizan las casas llenas de cuadros en 3D, flores hechas de medias de nylon y demás espantos de la artesanía.
Me encantan las cosas bonitas pero útiles. Y me encanta decorar objetos que tengan un cometido, ya sea guardar algo o merendárselos.
Por eso me siento halagada cuando oigo: ¡qué pena da comérsela!, pero luego la devoran y además me dicen que está riquísima.
Son pequeñas obritas de “arte” (en mi caso artesanía, no llego a tanto) efímeras que luego quedan en los recuerdos de todos…
y en los michelines…
y eso es suficiente.
Aristotelis es el niño de mis amigos Patricia y Ioannis, sevillana y ateniense, que viven aquí cerquita.
Le encantan los coches de todo tipo, y su madre pensó que el tema para la fiesta estaba clarísimo.
Yo no sé nunca que regalar en los cumples, porque realmente tanto niños como mayores tenemos ya demasiadas cosas, así que últimamente siempre me ofrezco para llevar la tarta.
Cuando los amigos te intentan encargar una, previo pago, te ponen en un compromiso. ¿Cuánto les cobras?
Los que habéis probado con las tartas fondant, sabéis no sólo lo carísima que sale la materia prima, sino también el trabajazo que llevan. En el caso de la de Aristotelis casi ocho horas, porque era la primera vez que hacía una tarta 3D.
Además, no puedo pretender cobrar una pasta, cuando mis tartas no son ni mucho menos profesionales, por no hablar de los riesgos que corres si vendes una tarta y luego hay algún problema.
Aunque yo le pongo todo el cuidado del mundo, las hago como si se las fueran a comer mis nanos y sólo les pongo los mejores ingredientes, nunca se sabe.
Con las galletas es un poco diferente. Los riesgos son mínimos, por no decir inexistentes siempre que tengas un poco de cuidado, y aunque son igual o más trabajosas que el fondant, los materiales son mucho más económicos, por lo que puedes venderlas a un precio más razonable y asequible (aunque no ganes casi nada) por el placer casi de jugar a las tiendas. Yo sólo le acepto encargos a amigos y conocidos, y la verdad es que creo que de ello no me voy a hacer rica, más bien los uso como excusa para poder hacerlas.
Para el cumple de Aristotelis, Patricia compró un molde Wilton de coche, y yo me ofrecí a hacer la tarta, los cupcakes, las tarjetas para los regalitos y los toppers para los cupcakes, todo tema coches.
La invitación que me mandó, tenía forma de cochecito, y al abrir la puerta estaba el mensaje. Me sirvió de inspiración para la tarta y las etiquetas.
Pues eso, que aunque era un tema que en principio no me llamaba mucho la atención, me acabó resultando divertidísimo hacer señales de tráfico, semáforos y hasta una autopista para la bandeja de la tarta.
Que al final quedó así:
Sí, lo sé, tiene millones de fallos, pero ¿no me digais que no está graciosa! además ¡con su conductor y todo!
Con las dos velitas, que no os he dicho que cumplía dos añitos…
Y mirad la mesa tan mona que puso para los peques (la de los mayores olvidé fotografiarla, llena de cositas ricas griegas, españolas, italianas, que aquí somos muy multicultis…)
Estos son mis cupcakes de vainilla con crema de almendras garrapiñadas, con sus señalitas de tráfico encima…
El dos está escrito con una fuente que se llama “Brewsky”, y me di cuenta de que si lo escribía en gris parecía una carretera, por eso le añadí el cochecito con Aristotelis dentro:
Y aquí están los regalitos que compró Patricia a los invitados (cochecitos de madera) con la etiqueta que les diseñé.
Por un lado el “logo” de la fiesta…
Y por detrás descargué el tipo de letra que se usa aquí para las señales de las ciudades, y le hice a cada niño la señal de su propia ciudad con su nombre, en este caso “Ciudad Fran”
Y aquí tenéis al dueño de la ciudad gozando como loco de todos sus manjares preferidos en una sola merienda: a saber, Bretzeln, fresas y ¡¡¡MELÓN!!!
La otra tarta que me tuvo entretenida hace un par de semanas, se la regalé a mi amiga Sabine (de mi grupo de flamenco) que organizó un fiestón con setenta invitados para celebrar su medio siglo.
El tema de la fiesta era España y el flamenco, incluso bailamos para ella, y con ella todo el grupo, así que la tarta estaba clarísima, y tuvo,lógicamente, el mismo final:
Aunque si nos descuidamos, ni la cortan porque era un bufet y nadie se atrevía, y algunos hasta pensaban que era de adorno. Menos mal que llego la anfitriona, y le metió el cuchillo sin contemplaciones.
La parte de abajo era de chocolate y fresa y la de arriba de naranja y limón.
Ah, y la tarta antes de morir era así:
Perdonad la calidad de las fotos, pero las tuve que hacer así deprisa y sobre todo la última con poca luz.
Ahora ya sabéis en que anduve entretenida hace dos semanas, espero que no le saquéis muchos fallos y os gusten las tartitas
Un besito para todos
PILAR
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